Profesión: Papá

Como hombres, estamos diseñados para encontrar satisfacción en el desempeño, en el logro de objetivos y en la racionalidad que nos permiten desarrollar casi cualquier cosa que nos propongamos.  Nos ufanamos de la forma lógica y objetiva con que enfrentamos la vida, y sentimos de alguna forma, que somos los emperadores del mundo cada vez que culminamos un proyecto de manera exitosa.

Pero hay una empresa para la cual nuestros aires de conquistadores autosuficientes no nos son muy útiles, me refiero al enorme reto de ser Padres.  El desafío más grande de la vida es ser papá.

Soy padre de un niño y una niña.  Ambos son extraordinarios, los amo con todo mi corazón.  Al escribir este artículo mi pequeño está en la escuela y mi pequeñita está dando vueltas por toda la casa.  Como padre en actividad, he observado tres características que no son naturales en nosotros como hombres adultos, pero que son indispensables para cumplir satisfactoriamente nuestra labor de padres:

Sencillez. Los niños ven todo muy sencillo.  Para nosotros todo tiene presupuesto, infraestructura y logística, pero para nuestros niños no.  Para nuestros niños todo es cuestión de tiempo y ganas.  Cuando salgo en el auto con mi hijo de cuatro años es impresionante escucharle decir que se comprará todas las camionetas que ve alrededor «cuando sea grande».  Para él, el asunto de alcanzar sus sueños, es sólo cuestión de tiempo.  Debemos aprender a ser sencillos cuando hablamos con nuestros hijos, cuando comemos con ellos, cuando salimos a pasear con ellos, cuando los arropamos para dormir, cuando queremos enseñarles algo, cuando los abrazamos.

Disponibilidad. Los niños no entienden nuestras responsabilidades y nuestro cansancio, ellos sólo quieren que estemos a su lado.  Muchas veces estamos tan ocupados y agobiados por el trabajo, los negocios y el desarrollo de la vida profesional, que al regresar a casa no queremos pasar tiempo con nuestros hijos, es como si nos olvidáramos que todo lo que hacemos es por ellos, que ellos son el motivo que nos levantó para ir a trabajar en la mañana.  La etapa en que tus hijos te piden estar con ellos es muy corta y debes aprovecharla.  Trata de vencer tu cansancio y toma de la energía que tienen tus hijos, muéstrate disponible para ellos, aún si estás preocupado, siéntate al lado de ellos y deja que su sonrisa deje atrás los momentos amargos.

Ejemplo. Los hijos no siempre escucharán lo que dices, pero siempre imitarán lo que haces.  Mi trabajo consiste en enseñar a otros a vivir de manera adecuada usando los principios y patrones que Dios ha estipulado en su Palabra, la Biblia.  A esto mi hijo le llama «Enseñar a los muchachos».  Una noche, antes de salir para enseñar a un grupo, entré al dormitorio de mi hijo con mi portafolio en la mano y le doy un beso de buenas noches y de despedida, entonces él me preguntó ¿A dónde vas papito? ¿A enseñarle a los muchachos? yo respondí sí, entonces con su tierna voz y con una sonrisa dibujada en sus labios me dijo: «Cuando sea grande yo también voy a enseñarle a los muchachos», esto hizo que un par de lágrimas recorrieran mis mejillas, entendí que hay un anhelo muy profundo en el corazón de mi hijo, en el corazón de todo hijo, creo yo, por ser como su papá.  Debemos hacer una profunda y seria evaluación sobre nuestras vidas e implementar los cambios necesarios que nos conviertan en esa clase de persona que quisiéramos que nuestros hijos sean.

Padres, estoy convencido que en nosotros está la verdadera responsabilidad y posibilidad de cambio en nuestra sociedad, espero de todo corazón que estemos a la altura de este desafío.