Hay un asunto fundamental cuando hablamos del tema de finanzas en nuestra vida, este es determinar cuál es la fuente y cuáles son los canales que esta fuente usa para nuestra provisión diaria.
Imagínate el depósito de agua tratada desde el cual se distribuye el agua potable hacia toda tu ciudad. Cada casa recibe agua de esta única «fuente». Ahora bien, el sistema de tuberías que permite que el agua llegue desde esta «fuente» a cada grifería de cada baño o la cocina de cada casa vendría a ser «el canal» ó «los canales».
De la misma manera en nuestra vida financiera existe sólo una fuente, esa fuente es Dios. Él tiene recursos ilimitados, nunca se agota. En cambio, existen muchos canales para hacer llegar los recursos de esa fuente hacia nuestra vida. Esos canales son diferentes y algunas veces cambian, pero la fuente sigue siendo la misma. Algunos de esos canales son el empleo, una herencia, un benefactor, un negocio, etc.
El problema se genera cuando confundimos el canal con la fuente. Los canales pueden variar, atorarse, arruinarse, pero la fuente nunca cambia, ni se agota. Esta confusión entre canal y fuente nos complica la vida, nos produce desequilibrio y a veces nos lleva a la depresión.
Cuando reconozco que mi fuente es Dios y que mi vida financiera está segura porque la fuente es confiable, entonces los cambios de canal no me afectan. Mucha gente hasta decide acabar con su vida cuando pierde el trabajo, o los ahorros de toda su vida pensando que de ellos depende su vida financiera, esto evidentemente indica que ellos han confundido los canales con la fuente.
¿Ya reconociste a Dios como tu fuente?