Falsas etiquetas

Es increíble cómo la sociedad escudada en el desarrollo y la ciencia ha llenado al ser humano de falsas etiquetas. Pareciera ser que todos los conceptos se han intercambiado, a lo malo se le llama bueno, o mejor dicho se le llama «moderno» y a lo bueno se le llama malo o «intolerancia».   Los derechos humanos y las instituciones que los promueven, defienden a quienes desenfadadamente hacen daño a otros seres humanos sin tomar en cuenta que todos tenemos los mismos derechos.

Una de las cosas más críticas en este contexto es cómo a los niños también se les roba su autenticidad en honor al lucro y las ganancias de algunos.   Me refiero concretamente a las drogas que prescriben los psiquiatras. Creo firmemente que la conducta del ser humano, aún del más pequeño necesita ser ajustada a principios y patrones correctos, los cuales curiosamente son descritos y contenidos en la Biblia y quienes son responsables de ajustar esa conducta son los padres, pero la conducta nunca cambiará a menos que cambie la naturaleza y este cambio, quiero señalar enfáticamente, es un trabajo que sólo Dios puede hacer en las personas.

Sin embargo, hoy vemos como los psiquiatras han inventado una serie de diagnósticos que no hacen otra cosa que crear nichos para la venta y consumo de drogas que lo único que producen es ganancia a los fabricantes de las mismas y al especialista que las prescribe, pero a los pacientes los esclaviza para siempre.

Quiero compartir un video corto que nos ayuda a entender de manera gráfica que lo que se considera un desorden en la vida de niños y jóvenes no es otra cosa que la diversidad con que Dios los ha dotado para que cumplan un propósito específico en la vida. Quiero aclarar nuevamente mi convicción de que las conductas inapropiadas no son las que rompen el esquema de la sociedad, sino aquellas que van en contra de los principios y patrones establecidos por Dios, y para corregir estas conductas, Dios es la respuesta, y en el caso de los niños pequeños, son los padres los reponsables y los agentes que Dios quiere usar para lograr los cambio necesarios.