Mirando en solitario

Estos últimos días han sido bastante exigentes. La semana pasada tuve un accidente y gracias a Dios mi familia no sufrió daño alguno, sin embargo, quedaron daños materiales y repararlos demanda un esfuerzo fuera de presupuesto, no me refiero sólo al aspecto económico, sino además a la energía, el tiempo y el desgaste emocional que vienen también incluídos en el paquete.

Particularmente me queda como un asunto colateral el recordar una añeja conclusión personal a la que mi abuela Eufemia, a quien recuerdo siempre con tanto cariño,  se refería como un refrán popular: «Cada uno baila con su pañuelo».

Tanta gente, tantos problemas, tanta necesidad, tanta soledad. En estos momentos me siento muy agradecido de tener al Señor Jesús como mi amigo, pero pienso en las muchas veces que dejamos que los demás enfrenten en solitario sus retos  y momentos duros, pudiendo ayudarlos, pero siempre tan ensimismados que no podemos ver a través de sus ojos y los dejamos mirando en solitario.

La Biblia nos dice que «…en todo tiempo ama el amigo y es como un hermano en tiempo de angustia…» Estoy totalmente convencido de que lo que dice este versículo es verdad, pero a la misma vez, estoy convencido de que existen muy pocos amigos en el mundo.

Bueno esta es una reflexión limpia de teoremas y basada en una simple observación, gracias a Dios que aún mirando en solitario tenemos claridad y Él siempre nos pinta un panorama lindo y favorable.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.